1ra. parte.- (Anécdota
original)
Cierto
día de verano, en aquella ciudad capital de mi bello Nayarit, Tepic, en una
tarde un poco calurosa por el correr de los autos y la poca brisa sofocada por
el clima veraniego, en casa de mi madre, en pleno centro de la ciudad, yo
preguntaba con insistencia a mi esposa sobre el lugar donde se encontraba
nuestra hija más pequeña, Diana, al tiempo que mi esposa atendía la cocina por
acercarse la hora de la comida, simplemente contestaba sin voltear hacia mi
lado, “no lo sé mijo”, lo curioso del caso que al tiempo que preguntaba por
segunda ocasión, me di cuenta que mi cuerpo se mecía de un lado al otro como
quien carga un bebé, nuestra hija, de 1 año y 6 meses, permanecía entre mis
brazos abrazada desde mi cuello como queriendo dormir, yo preguntaba por mí
bebe, al mismo tiempo que mecía en automático en forma tan cariñosa, a la
pequeña que en mi mente y mi conciencia, deseaba localizar.
2da. parte.- (Anécdota
amplificada)
En
verano, en pleno centro de la ciudad de Tepic, capital del estado de Nayarit, en
el fulgor de una tarde calurosa por el clima veraniego, donde el termómetro
alcanzaba los niveles más altos del año, yo preguntaba insistente en la casa de
mi madre a mi mujer, por el “rumbo desconocido” de mi pequeña bebé, tal vez un
padre necesita conocer el sitio donde se encuentran sus hijos en todo momento,
esa fue la razón por la cual en forma casi autónoma yo preguntaba por mi
pequeña, el calor, el ruido de aquella tarde, quizá el hambre, impedían darme
cuenta de lo que a mi alrededor pasaba, mi esposa por su parte, cocinando para
todos solamente concentraba su mirada y sus talentos en aquel manjar que
preparaba, lo preparaba para sus hijas, para mi madre y para su esposo, atendía
por completo sus labores y atendía mi pregunta con un simple “no lo sé mijo”
por formular cortesía, pasaba con mi pequeña algunas horas al día, ella
disfrutaba el vaivén de mi cuerpo arrullando su descanso, disfrutaba aquella
“hamaca” que se llamaba papá, probablemente fue esa la razón por la cual al
cuestionar a mi esposa mi cuerpo se mecía de un lado a otro con sutil y lento
baile, mi mente se concentraba en los juegos de mi pequeña, en su correr
atrevido, se concentraba en todo, y descuido por completo la realidad tan
tangible del presente tan calmado, mis brazos adormecidos no pudieron darse
cuenta lo que mi mente negaba, mi pequeña de algunos meses, recostada sobre mi
pecho, con sus bracitos pequeños abrazados sobre mi cuello, descansaba
acurrucada, cómoda y bien segura, sobre el padre preguntón, preguntaba por mi
pequeña, por la pequeña en mis brazos, ¡Que búsqueda innecesaria!.
3ra. parte.- (Anécdota
resumida)
Una tarde cualquiera
de verano, en casa de mi madre en la ciudad de Tepic Nayarit, mi casa, quizá
por el calor de aquel día, por el estrés del trabajo, por la rutina cotidiana,
pregunte con insistencia por mi pequeña bebé, de un año y 6 meses apenas, por
donde estaba y con quien, cuando mi esposa me contestaba que no sabía, y lo
hacía por segunda vez, me di cuenta avergonzado que cargaba a la bebé, mis
brazos la sostenían y mi mente no lo sabía, mi cuerpo se mecía y mi boca
preguntaba, mientras la niña dormía.
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